Claves para la crianza en la nueva sociedad digital: Sexting y Grooming.

En esta penúltima semana de agosto, terminamos nuestro bloque temático dedicado a los principales riesgos de nuestra sociedad digital. Tras haber presentado diversos aspectos teóricos, recomendaciones prácticas y recursos de apoyo durante el transcurso del verano, llega el momento de redirigir toda nuestra atención a una práctica en ascenso que genera gran preocupación por la magnitud del daño de ambos fenómenos. Deseo y espero que esta publicación cumpla con su finalidad, arrojando luz sobre una problemática que aún continúa siendo un tema tabú. Por todo ello, la mejor forma de aproximarnos a la realidad es analizando sus definiciones:

  • El sexting hace referencia a la creación, envío, recepción y difusión de contenido íntimo o de carácter sexual (mensajes, imágenes o vídeos) en la red, con o sin el consentimiento de la persona afectada.
  • El grooming alude al proceso por el cual una persona adulta manipula y encandila a una víctima menor a través de la red, para conseguir material o llegar a establecer interacciones sexuales con la misma.

Datos estadísticos de interés:

La investigación más reciente realizada en España durante los años 2020 y 2021 (Unicef), evidencia que las prácticas de sexting son cada vez más frecuentes en la población adolescente. En este sentido, el 26,8% de los jóvenes con una edad media de 13,8 años reconoce haber recibido material audiovisual de naturaleza erótica o sexual por parte de sus contactos. Mientras que un 8% confiesa haberlo enviado o haber recibido presiones y chantajes para participar de dicha actividad (11,4%). Referente al riesgo de sufrir grooming, el dato más crítico se vincula a la aceptación de contactos desconocidos en redes sociales, puesto que más del 57% de nuestros jóvenes afirma haberlo realizado en alguna ocasión. De igual forma, el 55,2% revela haber contactado con desconocidos a través de internet o incluso haber quedado presencialmente con personas cuya conexión se limitaría a la interacción en plataformas virtuales como chats o redes sociales (21,5%). De todas los intercambios mencionados en el contexto digital, se estima que 1 de cada 10 adolescentes habría recibido una proposición de índole sexual por parte de una persona adulta.

La necesidad de exploración y los peligros de la red:

La adolescencia se caracteriza por ser una etapa donde la búsqueda de la identidad y la orientación sexual adquieren relevancia como hitos del desarrollo psicosocial. A este respecto, el universo digital ha cambiado las reglas del juego, convirtiéndose en la fuente de información y comunicación preferida por parte de l@s más jóvenes. Dicha realidad está motivada por el valor reforzante de la red, destacando como características: a) La accesibilidad de la búsqueda y la inmediatez de la respuesta generada; b) La falsa creencia de poseer anonimato o invisibilidad online que conduce a una baja percepción del riesgo; c) La rápida difusión de los contenidos con la subsiguiente viralización; y d) La emergencia de nuevos modos de socialización con la posibilidad de crear una vida paralela. Frente a esta percepción de barra libre donde l@s jóvenes deciden el qué, quién, cómo, cuánto, cuándo y dónde, el descubrimiento del cuerpo y la expresión de la sexualidad pueden verse limitadas y seriamente dañadas por el ataque a la intimidad y la propia imagen. Por esta razón, debemos priorizar una educación afectivo-sexual que les permita adquirir e integrar las herramientas óptimas para afrontar una etapa vital repleta de transformaciones a nivel físico, mental, emocional y social.

La concienciación como estrategia de cambio en la práctica del sexting:

Ante todo, dejémonos guiar por el sentido común, la responsabilidad y la formación como procesos de cambio. En nuestro papel como figuras de crianza no podemos caer en el error de menospreciar la necesidad acuciante de fomentar la protección y la autonomía personal de nuestr@s hij@s. Por todo ello, debemos enfatizar el «poder curativo de la palabra» como vehículo de enseñanza, abogando por la minimización de los riesgos a través del diálogo, la construcción colaborativa de conocimiento y la dotación de recomendaciones específicas como recurso complementario de ayuda. Expertos en la materia como los doctores universitarios Hinduja y Patchin (2020), basándose en la evidencia disponible, argumentan que es necesario apostar por un proceso de socialización basado en el respeto y aceptando que la sexualidad forma parte de la vida de cualquier adolescente. Aquí tienes algunas de las sugerencias más destacadas para trabajar con tu hij@:

Tómate unos segundos para recapacitar: Antes de enviar material personal comprometido a través de una plataforma, recuerda la omnipresencia de internet y sus distintas aplicaciones.

Considera otras opciones alternativas: En función del desarrollo madurativo, el descubrimiento de la sexualidad comprende esferas muy diversas más allá de lo intrínsecamente explícito.

No compartas contenido sexual de otras personas: El material pertenece al protagonista y la difusión sin su consentimiento se considera un delito, piensa que podrías ser tú.

Desactiva la geolocalización de tu dispositivo: Repite esta misma acción en tus diferentes redes sociales para evitar el rastreo de tu ubicación actual y prevenir futuras complicaciones.

Recopila pruebas siempre que sea posible: En caso de ser víctima de amenazas o extorsiones realizar un «pantallazo» de la conversación mantenida puede convertirse en tu mayor aliado.

Elimina contenido explícito de tu dispositivo: Almacenar esta información incrementa el riesgo de su difusión en caso de un posible hackeo, extravío o robo de tu smartphone y portátil.

La visibilización del grooming como medida preventiva:

Pese a tratarse de un asunto más propio del ámbito clínico, legal y forense, me gustaría aprovechar la oportunidad que ofrece este blog para dar a conocer sus elementos más definitorios. A modo de preámbulo, es vital interiorizar que este delito se caracteriza por una relación de poder basada en el embaucamiento del menor desde el comienzo de la comunicación. Entre los factores que fomentan la cronificación del problema y agudizan el malestar del niñ@ o adolescente, destacaría la ausencia de un lugar seguro, ya que la figura del agresor adquiere un completo control de la víctima mediante estrategias de persuasión y manipulación que derivan en la culpabilización y la absoluta indefensión del menor. Dada la gravedad de sus consecuencias psicológicas, como padres y educadores es indispensable proteger a la población infanto-juvenil que podría convertirse en el blanco fácil del ataque: sexo femenino, con dudas sobre su identidad sexual, que presentan un historial de abuso, maltrato o negligencia, que necesitan ver cubiertas sus necesidades emocionales o presentan una baja autoestima. En último término y una vez más, la necesidad de promover un adecuado manejo de la intimidad y de la privacidad son una pieza determinante en nuestra intervención.

Otras medidas universales de protección para tu hij@ incluyen:

  • No agregues como amig@s a personas desconocidas.
  • No envíes fotografías o vídeos personales a gente desconocida.
  • Supervisa quién tiene acceso a tus redes sociales, opta por utilizar un perfil privado.
  • Cuida tu esfera personal, cuanta más información compartas, más vulnerable eres.
  • Controla lo que se publica sobre ti, revisa habitualmente tu imagen social en la red.
  • No compartas tus contraseñas y modifica tus claves de acceso episódicamente.
  • Intenta comportarte igual que si te estuvieras relacionando cara a cara.
  • Utiliza la webcam con sensatez y no te expongas a riesgos innecesarios.
  • Ante la mínima sospecha de peligro, bloquea al contacto de forma inmediata.
  • Si te sientes amenazad@, no cedas y solicita la ayuda de un adulto de confianza.

Guías informativas recomendadas:

1. Seguridad en redes sociales para familias (2020). Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) e IS4K.
2. Sensibilización sobre convivencia digital (2020). Gobierno Provincia de Buenos Aires, Faro Digital y Unicef.

Ahora somos más conscientes del reto diario al que nos enfrentamos, lideremos el cambio. Me despido recordándote que INCIBE ofrece una línea gratuita de ayuda en Ciberseguridad los 365 días del año en la que podrás resolver tus dudas sobre todos los temas tratados, marca el 017.

Servicio de Psicología de la Asociación «Te Ayudo» (Nº Colegiada: CM02718).

Bibliografía:

Romeo F. J. y Horno, P. (2021). Ver para proteger. Claves para comprender la violencia contra niños, niñas y adolescentes y para desarrollar medidas de protección eficaz [Archivo PDF]. Madrid: Unicef España.

Unicef España, Universidad de Santiago de Compostela y Consejo General de Colegios Profesionales de Ingeniería en Informática (2021). Impacto de la tecnología en la adolescencia. Relaciones, riesgos y oportunidades. Un estudio comprensivo e inclusivo hacia el uso saludable de las TRIC [Archivo PDF].

Gámez-Guadix, M. y De Santisteban, P. (2022). Nuevos riesgos de la sociedad digital: Sexting y online grooming entre adolescentes. Universidad Autónoma de Madrid y Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos.

Claves para la crianza en la nueva sociedad digital: Ciberacoso o Cyberbullying.

En el día de hoy realizaremos un análisis global de este fenómeno, esclareciendo los aspectos más significativos y sobre todo, enfatizando la importancia de efectuar una detección precoz en el contexto escolar, familiar y clínico. El cyberbullying se basa en la utilización de las tecnologías de la relación, la información y la comunicación (TRIC) para ejercer acoso reiterado a otr@s iguales. Entre sus principales características destacan las siguientes:

  • Existe una intencionalidad implícita y explícita de hacer sufrir a la víctima.
  • Suele producirse una diferencia de poder (desigualdad física, verbal o psicológica).
  • La víctima experimenta angustia de forma sostenida, anticipando futuras agresiones.
  • El grupo de observadores se caracteriza por su silencio, pasividad y carencia de empatía.
  • La violencia ejercida se repite con frecuencia y el patrón se mantiene a lo largo del tiempo.
  • El acceso temprano, el uso global, el «anonimato» y la difusión de las TRIC facilitan su desarrollo.

Datos epidemiológicos:

En España y a nivel internacional, el porcentaje de estudiantes que sufren conductas de cyberbullying (aunque sea puntualmente) supera el 60%. Respecto a la prevalencia, la diferencia entre chicas y chicos cada vez es menor, aunque ellas presentan un mayor riesgo de convertirse en cibervíctimas. Si atendemos a la edad de l@s protagonistas, el problema suele comenzar en la adolescencia temprana (10-11 años), aunque el momento más crítico se situaría en la adolescencia media (14-15 años). Más tarde, existe cierta estabilización del ritmo de crecimiento e incluso puede observarse una reducción en la etapa adulta. Otro aspecto muy significativo es que este fenómeno está presente en todas las clases sociales.

Conductas perpetradas por l@s ciberagresores:

Envío de mensajes ofensivos y amenazantes a través de WhastApp, Telegram, Snapchat, Facebook, Twitter, Instagram, TikTok o correo electrónico; Realización de llamadas telefónicas anónimas basadas en la vejación y la intimidación; Envío de fotografías o vídeos para denigrar, ridiculizar y dañar la imagen personal de la víctima; Propinar una paliza o colocar a la víctima en una situación humillante, para compartir la grabación en diferentes grupos o subirla a YouTube (happy slapping); Difusión de mentiras o de información delicada en RRSS para fomentar la exclusión y el ostracismo de la víctima; Suplantación de la identidad digital o creación de un perfil falso para ocasionar problemas a la víctima; Robo de contraseñas; Envío de virus informáticos.

Signos de alerta para identificar si tu hij@ está siendo víctima de ciberacoso:

Cambios de humor imprevisibles (apatía, indiferencia, tristeza, llanto, irritabilidad o agresividad); Fobia escolar; Afectación del rendimiento académico (pobre concentración, descenso brusco de las calificaciones o absentismo escolar); Ansiedad en situaciones de evaluación social; Deterioro de las relaciones sociales o aislamiento; Abandono de aficiones; Lenguaje corporal sumiso (evita miradas, agacha la cabeza o encoge los hombros como mecanismo de defensa); Cambios en el apetito (disminución o ingesta excesiva y sin control); Variaciones repentinas de peso sin causa aparente (pérdida o ganancia); Dolor abdominal; Náuseas, vómitos o diarrea; Regresión en el control vesical (mayor probabilidad de enuresis nocturna); Dolor de cabeza (cefaleas tensionales o migrañas); Mareos o temblores; Alteraciones del sueño (insomnio, terrores nocturnos, pesadillas o sonambulismo); Consumo de sustancias (principalmente alcohol, tabaco o cannabis); Presencia de autolesiones como respuesta de afrontamiento desadaptativa ante el malestar emocional que se está experimentando (cortes o quemaduras en zonas del cuerpo poco visibles, véase antebrazos y cara anterior de los muslos).

Otros indicadores observacionales centrados en el comportamiento de la cibervíctima:

Ocultación del problema; Rechazo a exponer las razones de su malestar o empleo de excusas para justificar su situación; Carencia de defensa o reacción exagerada ante comentarios, pequeñas críticas o bromas; Como consecuencia de chantajes y extorsiones, petición de dinero sin especificar para qué lo necesita; Recepción de llamadas telefónicas o mensajes que producen un estado manifiesto de nerviosismo; Cambios en el patrón habitual de utilización de las TRIC (franja horaria y espacios alejados del entorno familiar).

Recomendaciones específicas dirigidas a los padres para prevenir y combatir el cyberbullying:

Antes de todo, es imprescindible señalar que el abordaje del cyberbullying debe realizarse a todos los niveles: legal, institucional, familiar, grupal e individual. En nuestro cometido como guías y educadores deberíamos implementar la totalidad de las acciones que se detallan a continuación:

  • Garantiza que tu hogar se convierta en un lugar seguro donde crecer y aprender.
  • Dedica tiempo a tu hij@ y ten presente que eres el foco de su aprendizaje observacional.
  • Construye una relación cercana con tu hij@ que gire en torno a la escucha activa y el diálogo.
  • Estimula la autoestima de tu hij@, haciéndole sentir querido, valioso y aceptado incondicionalmente.
  • Practica una comunicación democrática y asertiva para fomentar la conducta prosocial de tu hij@.
  • Inculca a tu hij@ que la amistad, la empatía y la solidaridad constituyen un escudo protector.
  • Recuerda que la educación emocional es un pilar indispensable para el bienestar de tu hij@.
  • Para evitar potenciales situaciones de riesgo, supervisa con tu hij@ el uso adecuado de las TRIC.
  • Transmite un mensaje claro y contundente de “tolerancia cero” ante la violencia y sus versiones digitales.
  • Estimula su sentido crítico y sensibiliza a tu hij@ sobre las consecuencias negativas del cyberbullying.
  • Desmonta la idea de que delatar o denunciar este tipo de agresiones implica ser un chivat@.
  • Facilita a tu hij@ alternativas realistas, específicas y factibles para romper la “ley del silencio”.
  • Ensaya estrategias de afrontamiento con tu hij@: habilidades sociales, solución de problemas, diarios, etc.
  • Vigila posibles señales de alarma para anticipar cuanto antes el protocolo de protección de la víctima.
  • Advierte a tu hij@ de la trascendencia de no destruir y conservar cualquier prueba del ciberacoso recibido.
  • Informa de inmediato al centro educativo de tu hij@ si existe la mínima sospecha o evidencia de ciberacoso.
  • No te sientas culpable, la detección no siempre es fácil. Lo vital es que no estáis sol@s en este proceso.
  • Solicita el apoyo de profesionales de la salud mental para trabajar con toda la unidad familiar.
  • Contacta con los servicios de inspección y la justicia si el centro educativo no ofrece una respuesta eficaz.

Recursos informativos:

1. Guía de actuación contra el ciberacoso (2014). Ministerio de Industria, Energía y Turismo y Red.es.
2. Guía SOS ciberacoso para educadores (2014). Ministerio de Industria, Energía y Turismo y Red.es.
3. Cyberbullying. Prevenir y actuar (2014). Fundación Atresmedia y Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
4. Yo a eso no juego. Bullying y cyberbullying en la infancia (2016). Save the Children.
5. Abuso de internet y cyberbullying (2022). CEAPA.

Servicio de Psicología de la Asociación «Te Ayudo» (Nº Colegiada: CM02718).

Bibliografía:

Maite Garaigordobil Landazabal (2020). Bullying y cyberbullying: análisis, evaluación, prevención e intervención. Facultad de Psicología del País Vasco y Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos.

Claves para la crianza en la nueva sociedad digital: Adicción al juego o Gambling.

En la entrada de hoy hablaremos sobre el gambling, juego patológico o trastorno por juegos de apuesta (TJA) caracterizado por una necesidad incontrolable de jugar y de apostar, generando un comportamiento disfuncional y persistente que provoca la ruina en diferentes dimensiones de la vida como el ajuste personal, la esfera familiar, las relaciones afectivas, la adaptación social o el desempeño de tareas. En el caso específico de l@s adolescentes, utilizaremos el término juego problemático, dado que por lo general no se cumple el criterio temporal necesario para poder diagnosticarse como trastorno mental (Becoña, 2010). No obstante, el auge de las nuevas tecnologías ha permitido que las plataformas de juegos online (casino, bingo, ruleta, póker, blackjack, slots, loterías, quinielas y apuestas deportivas) cada vez sean más accesibles y estén más disponibles en la vida de nuestr@s hij@s.

En verdad, si observamos los resultados del último informe liderado por Unicef (2021), evidenciamos la magnitud de una problemática en plena ebullición que requiere de una mayor contundencia en clave preventiva, a través de la concienciación, la información y la formación. A continuación, se especifican las cifras más significativas de este estudio descriptivo realizado con una muestra total de 41.509 adolescentes españoles:

Más de un 3,5% del alumnado declaró haber jugado o apostado dinero online alguna vez en su vida.

Las principales razones fueron ganar dinero (44,3%), divertirse (42,6%) y disfrutar con sus amig@s (24,3%).

El ranking de preferencias estuvo encabezado por las apuestas deportivas (31,5%) y el póker online (20,6%).

De hecho y como uno de los datos más impactantes de la investigación, se estima que 1 de cada 10 menores que juega o apuesta dinero online cumplirá el perfil psicológico de un futuro adicto, donde el dinero se convierte en la razón y la solución a todos sus problemas. Frente a este caldo de cultivo, lejos de estigmatizar a los jóvenes y las TRIC, nuestra misión como padres gravita en torno a una educación consciente. Espero que este compendio de recomendaciones y material divulgativo resulte de gran utilidad para frenar esta epidemia silenciosa:

El reconocimiento del peligro es el primer paso: aunque en los últimos años hemos asistido a una mayor regulación legal de la publicidad sobre apuestas y juegos de azar online, las medidas continúan siendo insuficientes. Por tanto, resulta acertado reflexionar con nuestr@s hij@s sobre la presión consumista de nuestra sociedad, la dimensión ética del dinero y las expectativas de su propio futuro. Es importante que desde muy pequeñ@s, sean capaces de reconocer que el dinero nunca es un fin en sí mismo y que el valor de las cosas no reside exclusivamente en el precio. En este sentido, la asignación de una paga semanal puede utilizarse como una herramienta de aprendizaje, siempre que se ajuste a las necesidades reales de su grupo de edad y el fin último sea el fomento de su responsabilidad en materia de gestión financiera.

No existe un prototipo perfecto de riesgo: aunque l@s adolescentes más vulnerables suelen caracterizarse por presentar una mayor energía, impulsividad, competitividad, necesidad de aprobación, búsqueda de sensaciones o susceptibilidad al aburrimiento. A medida que el patrón de juego progresa y comienzan a aparecer los primeros problemas interpersonales, académicos, económicos o legales, las manifestaciones más inherentes incluyen los sentimientos de desesperanza, ansiedad, depresión, impotencia, vergüenza o culpa. En cuanto a la comorbilidad con otras enfermedades mentales destacan: los trastornos del estado de ánimo, los trastornos de ansiedad, los trastornos de personalidad y el consumo de sustancias.

La edad de aparición importa: la literatura científica ha demostrado que existe una relación directa entre el inicio temprano en el juego y la gravedad del diagnóstico en la edad adulta. De igual modo, la expresión inicial de juego problemático es más frecuente en chicos, aunque ellas desarrollan el trastorno más rápido.

El empoderamiento es la llave del cambio: más allá del factor lúdico y social que rodea al juego, debemos hacer ver a nuestr@s hij@s que esta actividad no constituye una vía rápida para ganar dinero. Para ello, es fundamental explicarles las distorsiones cognitivas más habituales y cómo afectan al razonamiento lógico. Os comparto algunos de los ejemplos más influyentes: la ilusión de control (creencia de que el resultado depende más de las estrategias personales que del propio azar); la atribución flexible (tendencia a atribuir los éxitos a las habilidades personales y los fracasos a factores externos); la falacia del jugador (pensar que ciertos eventos tienen mayor probabilidad de ocurrir porque hace tiempo que no suceden); o la correlación ilusoria (considerar que ciertas variables covarían aunque no sea así, generando conductas supersticiosas). Ante todo, debemos favorecer que l@s adolescentes sean capaces de desarrollar un espíritu crítico sólido, ayudándoles a entrenar las habilidades sociales, las estrategias de afrontamiento y los recursos personales que les permitirán desenvolverse con éxito en entornos hostiles o que podrían resultar proclives al conflicto.

Las consecuencias del juego son una realidad: la actividad de apostar activa los mismos circuitos cerebrales de recompensa que las drogas y esto se manifiesta en la necesidad de jugar cantidades mayores de dinero (tolerancia) o en el nerviosismo cuando no se puede jugar (síndrome de abstinencia). Asimismo, la inmediatez de la respuesta, la presencia de estímulos discriminativos o el anonimato que concede la creación de un perfil online, incrementan notablemente su potencial adictivo.

Los recursos especializados de ayuda existen: además de los profesionales clínicos, hay una extensa red de asociaciones distribuidas por toda la geografía española. Como fuente complementaria de información, os recomiendo encarecidamente visitar las páginas web de la Red de Atención a las Adicciones (UNAD) y del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación FAD Juventud. ¡Son un referente!

Servicio de Psicología de la Asociación «Te Ayudo» (Nº Colegiada: CM02718).

Bibliografía:

Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (Coord.) (2020). Manual de psicopatología (vol. 1). Tercera Edición. Madrid: McGraw-Hill.

Unicef España, Universidad de Santiago de Compostela y Consejo General de Colegios Profesionales de Ingeniería en Informática (2021). Impacto de la tecnología en la adolescencia. Relaciones, riesgos y oportunidades. Un estudio comprensivo e inclusivo hacia el uso saludable de las TRIC [Archivo PDF].

Claves para la crianza en la nueva sociedad digital: Adicción a los videojuegos.

Continuamos avanzando nuestro ciclo formativo sobre las nuevas tecnologías, donde hoy cobrará singular interés la industria de los videojuegos y su supremacía en las nuevas generaciones. Antes de examinar su problemática desde el punto de vista sociosanitario, me parece esencial huir de reduccionismos y destacar que los videojuegos forman parte de la vida de más de 18 millones de residentes en nuestro país (donde casi un 20% correspondería a la franja de edad situada entre los 6 y 14 años según el último anuario de la Asociación Española del Videojuego). De ahí la importancia de prestar atención a este sector del entretenimiento que supera los ingresos de la música y el cine juntos, reconociendo su potencial para aportar aire fresco al sector cultural, educativo y clínico. En otras palabras, bien utilizados y supervisados, los videojuegos se transforman en un recurso universal y genuinamente eficiente para ejercitar habilidades como la creatividad, el razonamiento lógico, el procesamiento visoespacial, la psicomotricidad, el liderazgo, la resiliencia, la comunicación, el trabajo en equipo y la toma de decisiones.

A pesar de todas las citadas ventajas, la rápida velocidad de su crecimiento ha traído consigo nuevos conflictos en cuanto a los hábitos y patrones de consumo en l@s más jóvenes de la familia. Si atendemos a las estadísticas del estudio publicado por Unicef bajo el título principal «Impacto de la tecnología en la adolescencia», 6 de cada 10 adolescentes califican los videojuegos como su recurso de ocio preferido y más del 54% consumió categorías no recomendadas para su edad. Si bien, el porcentaje más alarmante es la existencia de un 4,4% de jóvenes de 11 a 18 años que afirman jugar una media superior a las 30 horas semanales, siendo más susceptibles a los peligros derivados de esta práctica y al riesgo de estar sufriendo una adicción comportamental. Asimismo, es conveniente informar que el sexo masculino posee una mayor vulnerabilidad para su desarrollo con una ratio de 2:1 respecto a las mujeres, donde entrarían en juego variables moderadoras y/o mediadoras como son las bases neurobiológicas de los circuitos de motivación y recompensa o el propio rol de género integrado en la sociedad. Relacionado con la edad, no hay debate a la hora de reafirmar que las tasas de prevalencia más altas se instalan en la adolescencia, debido a posibles argumentos explicativos como un córtex prefrontal que aún se encuentra en pleno proceso de desarrollo, la inevitable necesidad de pertenencia social al grupo, el cuestionamiento de la autoridad prototípico de esta etapa evolutiva y la necesidad de lidiar por primera vez con multitud de factores estresantes.

Frente a este inquietante panorama para las próximas décadas, tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), incorporan esta naciente adicción en sus respectivos sistemas de clasificación diagnóstica. Así pues, el perfil de juego se sitúa en un continuo que abarca el uso recreativo (ocio sin consecuencias negativas), el high engagement (alta implicación sin efectos perjudiciales), el uso problemático (comportamiento de riesgo) y el uso disfuncional (adicción que deteriora el funcionamiento cotidiano). En cuanto a este último nivel de gravedad, la APA utiliza el término «trastorno de juego por internet» y la OMS opta por la etiqueta diagnóstica «trastorno por videojuegos». Brevemente y a nivel global, unifico los criterios clínicos más significativos de ambas clasificaciones internacionales:

  • Dificultades en la implicación: falta de control a nivel de frecuencia, intensidad o duración.
  • Engaño: relato falso cuando el entorno cuestiona la cantidad de tiempo total dedicado al juego.
  • Tolerancia: aumento gradual de las horas destinadas a los videojuegos para experimentar diversión.
  • Salida de emergencia: utilización de los videojuegos para evitar o aliviar estados de ánimo negativos.
  • Abstinencia: aparición de emociones disfóricas como irritabilidad, ansiedad o tristeza ante su retirada.
  • Centralidad: abandono progresivo de otras actividades de ocio, intereses, relaciones y responsabilidades.
  • Persistencia: continuación de este patrón de juego pese a los problemas evidentes que ocasiona en la vida.
  • Evolución temporal: instalación de este comportamiento patológico durante un periodo mínimo de un año.

Tal y como hicimos la semana pasada, concluyo el artículo con un listado de tips psicoeducativos para motivaros a generar una convivencia más consciente y esperanzadora, sin dejaros vencer por los gigantes tecnológicos. Deseo que mi consejo como sanitaria y aficionada a los videojuegos, arroje cierta luz sobre esta contienda del siglo XXI:

Conversa con tu hij@ sobre cuáles son sus géneros de videojuegos preferidos en el clima de una conversación sincera y espontánea, manifestando tu disposición a aprender o participar en algunos de ellos.

Chequea puntos críticos como limitar el tiempo de juego o la realización de compras en la plataforma.

Presta atención al sistema PEGI, es una etiqueta europea que nos informa de la idoneidad del videojuego en función de la edad y del contenido específico desarrollado por los creadores.

Vigila estas opciones temáticas: RPG y JRPG (rol), batelle royal (lucha por supervivencia), MOBA (campo de batalla multijugador en línea), hack & slash (acción con combate), shooters (disparos) y terror.

Sé capaz de reconocer el potencial adictivo, los videojuegos que generan mayor dependencia se caracterizan por la interacción en tiempo real con una comunidad de gamers y la creación de un personaje.

Trabaja para anticiparte a escenarios conflictivos, promoviendo un estilo de vida alternativo a los videojuegos en el que tu hij@ se sienta valorad@ y con capacidad de autodeterminación.

Identifica los factores de riesgo: impulsividad, búsqueda de novedades o experiencias intensas, problemas de regulación emocional, habilidades sociales deficitarias, introversión, aislamiento, acoso escolar, elevado nivel de estrés, bajo rendimiento escolar, funcionamiento familiar deficiente o entorno desestructurado.

Cultiva los factores de protección: autocontrol, autoestima, inteligencia emocional, herramientas de gestión del estrés, relaciones positivas con el grupo de iguales, compromiso académico, comunicación familiar, apoyo parental, estilo de crianza democrático o planificación responsable del ocio y tiempo libre.

Ten presente la psicopatología que presenta mayor comorbilidad con este diagnóstico: depresión, trastornos de ansiedad, TDAH, TOC, TEA, consumo de sustancias ilegales y trastornos de personalidad.

No dudes en solicitar información o ayuda profesional si consideras que tu hij@ posee un perfil de riesgo.

Servicio de Psicología de la Asociación «Te Ayudo» (Nº Colegiada: CM02718).

Bibliografía:

Asociación Española del Videojuego (2021). La industria del videojuego en España en 2021. Anuario [Archivo PDF].

Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (Coord.) (2020). Manual de psicopatología (vol. 1). Tercera Edición. Madrid: McGraw-Hill.

Unicef España, Universidad de Santiago de Compostela y Consejo General de Colegios Profesionales de Ingeniería en Informática (2021). Impacto de la tecnología en la adolescencia. Relaciones, riesgos y oportunidades. Un estudio comprensivo e inclusivo hacia el uso saludable de las TRIC [Archivo PDF].